Revisando el archivo de los textos que he subido me di cuenta que cuando nació Manuel me tomo 4 meses el poderme sentar a escribir. Vamos mejor creo, ahora solo me tomo 10 semanas aunque no sé si es porque tengo más tiempo o tanta más urgencia de contar cómo me ha ido con la segunda experiencia de embarazo-parto-vida y crianza.

En cualquier caso (acabo de escribir caos), aquí voy.


Mis divagaciones y pensamientos interrumpidos por pañales y tomas a libre demanda decantaron en hacer un decálogo de las cosas que no sabia, las que había olvidado y en las que ni siquiera pensé.*


*Aunque me parecía una buena idea el decálogo, cuando me puse a pasar en limpio mi lista mental me entretuve redactando y llegue solo a 3 puntos así que los otros los dejaré pendientes y si los recuerdo los publicaré como un bonus jajaj y bueno, el baby brain es súper real.


- El segundo hijo/a es mas fácil


Siempre escuché esa frase de que la experiencia del segundo hijo es más fácil que la primera y cuando tuve al Manuel me preguntaba cómo podía pasar eso si de cero a uno ya me parecía de cero a mil de una patada y un segundo hijo dando vueltas se me hacía un abismo. Sin embargo y para mi sorpresa, con el nacimiento de Amanda he experimentado en carne propia la mentada “facilidad del segundo” en cuanto mi vida ya se pegó el cambio radical y siento que ahora todo sólo es un poco más caótico y apretado.

Con esto en ningún caso quiero decir que en realidad maternar por más de un hijo es fácil, sino que seguramente hay una percepción de que lo es porque ya no duermes hace rato y simplemente ya no recuerdas cómo era estar de vacaciones y no saberlo. 

Una vez que se pasa de ser la bella durmiente y preocuparse por cosas como cuantos seguidores nuevos tienes en Instagram o como cuando yo (que tierna) me desvelaba pensando en que el color de mis cortinas nuevas combinara con el sillón, a estar en vela noches eternas y fragmentadas desesperada porque no sabes si la guagua esta viva, quedó con hambre o sintiendo un odio profundo porque tu compañero duerme y tu no puedes ahí es, creo yo, cuando se produce el gran cambio.

Ahora siento un mini orgullo por estar viva con 3 horas de sueño.


En un reel vi que una mamá de 3 decía: 1 hijo es 1 hijo, 2 es como 5 y 3 es como 38.786. 


Igual no me voy a arriesgar a la incógnita del tercero así que, damas y caballeros, trompitas cauterizadas por acá.



- El duelo simbólico y territorial que conlleva el nacimiento de la faceta de mamá.


El duelo simbólico de pasar de mujer mujer a mujer mamá es enorme, sobretodo cuando la maternidad la toma a una por sorpresa. 

Eso de que las prioridades cambian claro que es cierto y quizá la “santidad” que está asociada a la figura de las madres tiene relación con el sacrificio físico y mental que no te deja jamás y que implica la pérdida de “una misma”, aunque es un sacrificio que una quiera gustosa (o no) hacer. Estar con la guagua requiere aceptar de partida los cambios del cuerpo, luego reemplazar por un rato o mucho tiempo el trabajo por la lactancia, las juntas con amigas por chats de mamás y los diálogos con personas adultas por canciones del Perro Chocolo. 


Aunque el papá sea un gallo comprometido con la causa bebé por lo general la guagua siempre va a necesitar más a su mamá al principio y así, sin tetas para alimentar a la criatura, el hombre inevitablemente goza de una autonomía y libertad que da la impresión de que sigue siendo una persona que divide su tiempo entre trabajo, hijos y hasta hobbies. Todo por separado, con tiempos establecidos y sin entrar en el área del sacrificio de sí mismo. Prueba de mi teoría es que esta lleno de posts en Instagram, cursos y libros dirigidos a las mujeres que se han convertido en madres, empoderándoles para “volver a ser ellas”, “volver a tener tiempo para hacer lo que a una le gusta”, “dejar la culpa”, etc, y no veo por ninguna parte los mismo contenidos dirigidos al papá para “volver a ser el hombre de antes”, pos claro porque el nunca deja de serlo.

No quiero que se lea esto como una queja a la maternidad sino mas bien como una observación de lo que sucede con los tiempos que constituyen la vida y de cómo esta transformación de las rutinas es algo que se asume como un rol intrínsecamente femenino, incluso por una misma.


Se siente una más santa al ser mamá? no sé, pero conforme pasa el tiempo y la cosa se va poniendo difícil con la llamada “carga mental de las mamás”, si me preguntan si siento más el sacrificio francamente respondería que sí, o al menos a mí me pasa que a veces me cuesta recordarme con energía y sin hijos. 

Un día estaba muy sensible y conflictuada y le dije a Felix "siento que desaparezco". Aunque no lo pensé mucho en ese momento, me refería a notar mi propia ausencia en los espacios que antes habitaba: con mis amigas, con mi familia nuclear, con mi trabajo o incluso en las redes y decirlo me abrió a la posibilidad de pensar que estaba muriendo simbólicamente y renaciendo como una otra, con el miedo de solo ser la mamá de los niños.


Lo que me tiene pensando en la pérdida por estos días sin embargo, no es la perdida de mí misma sino la pronta separación con mi cría recién nacida porque, como buena mujer moderna que paga 50%, tengo que volver a trabajar y me confunde esta sensación de no querer y a la vez necesitar hacerlo por plata y, por que no decirlo, por salud mental. Recuperar los propios espacios físicos y psicológicos conlleva un mini duelo de no poder estar todo el rato con tus hijos y perderte sus pequeños hallazgos y cambios diarios también. A alguien más le pasa eso?


  • Olvidé todo


Es bien increíble cómo la naturaleza se las arregla para que las humanas quieran seguir teniendo hijos. La amnesia y la perdida de neuronas es fundamental.

Recuerdo que antes de lo que sería mi primera experiencia de parto todo se me hacía un mundo. Que el lugar del parto, el Bono Pad, que me daba miedo si no conocía al doctor que me iba a atender y cuanto me iba a costar tenerlo en clínica y una infinidad que cosas que salieron bien y mal y que ahora parecen un revoltijo de recuerdos que pasaron en un micro segundo.

Luego con la lactancia, los primeros meses de Manuel, cortar mini uñitas!!!!!, la pega, los viajes en avión, la alimentación con trozos o con colados, los dientes, la fiebre, la adaptación a su cuidadora, el primer cumpleaños, las navidades un año con cada familia, el segundo cumpleaños, que como creció tan rápido, que no hablaba y ahora no para y paf…la segunda guagua.

Ahora con la Amanda me di cuenta que se me olvidó todo pero confío en que en algún espacio de mi cerebelo está toda la información que necesito y espero que todo lo que aprendi con Manuel de alguna manera reflote de mi laguna mental y asegure la supervivencia de mi hija. Sólo espero que no se me olvide la carita de Manuel por las mañanas, el color de su pelo, la manera en que pronuncia mal los números, la forma de sus dientes de leche, su manera de correr con los bracitos tiesos y tantas cosas que ahora empezare a vivir con la Amanda, por favor que no se me olvide eso.


Todo esto lo pienso dirigido mas que nada a las mujeres que piensan ser mamás o que ya están en vías de serlo: Amiga, todo va a estar bien y lo que no, igual se te va a olvidar :)





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